RECICLADOR EXTREMO
El ciudadano coronado como el más ecológico del Reino Unido, John Newson, consiguió desechar en un año la basura equivalente a una bolsa de consorcio. ¿El secreto? Cambiar hábitos de consumo y elegir productos que no generen desperdicios.
“Yo quería esforzarme al extremo y ver hasta dónde podía ir.”
LONDRES.- Reino Unido es la isla repleta de leyes, iniciativas y campañas para asegurarse que, quieran o no, sus ciudadanos cuiden el planeta lo más posible.
Programas de reciclaje por barrio, impuestos a la basura, colectivos que funcionan con biocombustible, sistema de ahorro energético doméstico, comida orgánica y rankings que miden cuáles negocios, empresas, políticos, clubes de fútbol y hasta universidades son más amables con el medio ambiente.
Hasta el gobierno del conservador David Cameron, a pesar de los recortes presupuestarios que parecen no tener fin, adoptó un mensaje verde y se propone mostrar su intención de poner en práctica políticas que ayuden a extender el alcance del reciclado y ahorro energético.
Según una encuesta publicada en 2009 por el matutino The Times, el 81 por ciento de los británicos hace un esfuerzo especial para ahorrar energía o calefacción en sus casas, no sólo para gastar menos, sino porque quiere cuidar el planeta.
Por eso, tal vez no sea sorprendente que el Reino Unido sea hogar de los extremistas verdes, una tribu de ciudadanos que hace hasta lo imposible para proteger el medio ambiente.
Individuos que viven sin dinero, hombres y mujeres que se alimentan de lo que los supermercados desechan -por elección- y recicladores extremos que creen que la constante producción de basura doméstica es uno de los mayores problemas del planeta.
Un verdadero desafío de reciclaje
John Newson, residente de Birmingham, una de las mayores ciudades del norte de Inglaterra, expone que la solución a los problemas medioambientales está en manos de cada individuo. Para probarlo, el hombre a quien los medios de su ciudad coronaron como el ciudadano más ecológico del país, se propuso un desafío que parecía casi imposible. En diciembre de 2011, con la copa en alto para darle la bienvenida al nuevo año, prometió que durante los siguientes 12 meses no desecharía más basura que el equivalente a una pequeña bolsa de consorcio. Tan seguro estaba de poder cumplir su desafío que decidió llevarlo al intendente de su ciudad.
“Mi idea era mostrar que todo se puede reutilizar. Quería generar atención sobre el tema del reciclado”, explica John a la Revista desde su casa en Birmingham.
John, que trabaja para una organización ecologista, ya tenía práctica en el tema y su casa es considerada muy verde, con paneles solares y sistemas de re-uso de agua de lluvia, enfrentó el proyecto con un plan. Preparó una lista de todo lo que consumía, y decidió qué haría con los desechos que se generarían. Los cartones, papeles, vidrio y las latas irían al centro de reciclaje local, y los restos de comida a un tarro en su jardín que, eventualmente, lo transforma en abono para las plantas.
Durante aquellos 12 meses, John hasta encontró lugares especializados en reciclaje de productos complejos, donde podría llevar envases Tetra Brik y de plástico.
“Al principio lo vi como un experimento. Ver cuándo podía reciclar. Lo más importante fue el tacho de abono donde tiraba todos los restos de comida, uñas, pelo, polvo, etc. En todo el año lo tuve que vaciar una sola vez.”
Pero el real desafío comenzó cuando tuvo que decidir qué hacer con desechos que, simplemente, no son reciclables, pero se consideran de consumo esencial.
CAMBIO DE HÁBITOS
John hoy admite que tuvo que cambiar algunos hábitos de consumo para poder reciclar más. Dice que, por ejemplo, comenzó a cultivar algunas verduras como lechuga en su jardín para no comprar en el supermercado, donde casi todo viene envuelto en plástico o con una bandeja de polietileno.
Después de dividir toda su basura, lavar los envases de vidrio, doblar el cartón y papel y llevar cada cosa al centro de reciclaje correspondiente, lo único que terminaba en su tacho de basura eran una serie de envoltorios de plástico.
“La verdad es que no fue tan difícil. La clave es ser organizado, tener diferentes tachos de basura. Lo más difícil fue saber qué hacer con productos que están hechos con dos materiales, esos son difíciles de reciclar”, dice John.
La inspiración del británico surgió de su preocupación por la cantidad de basura que se quemaba en su ciudad -más de 20 millones de bolsas de consorcio por año- y los humos contaminantes que esa incineración produce. Sus vecinos reaccionaron primero con curiosidad y luego comenzaron a copiarlo.
Además de publicidad y felicitaciones, el desafío ecológico le ayudó a conseguir una reunión con las autoridades de Birmingham, que ahora están dispuestas a considerar nuevas formas de deshacerse de la basura.
Pero para John la reunión no es suficiente. El ecologista quiere convencer a las autoridades de organizar un sistema centralizado de reciclaje de basura orgánica (incluyendo, por ejemplo, restos de comida) y ya está en carrera para comenzar su segundo año de basura, casi, cero.
http://www.mirror.co.uk/news/uk-news/john-newson-extreme-recycler-crowned-1512638
http://www.lanacion.com.ar/1572570-reciclador-extremo
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