Jose Luis, nuestro querido amigo, tiene aquí su espacio . Después de insistirle bastante, ha accedido a ir plasmando sus impresiones de la vida. Lo valoramos especialmente por su caminar observador, humilde, inteligente y comprometido.
(viene de la reflexión sobre la alegría, del 28 de Abril)
- Perfecta, porque transciende la simple alegría del “no dolerme nada, tener el estómago satisfecho y tener aseguradas las necesidades fisiológicas”.
- Profunda, porque se encuentra en lo más íntimo de nuestra intimidad, que es nuestra armonía con Dios, y que se puede hallar hasta en los momentos en los que las grandes tempestades pueden conturbar nuestro espíritu.
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Final de la reflexión.
.....Pero, puesto que la Alegría Perfecta es el fruto de una vida gratuita, transcendental y coherente, no podemos pretender alcanzarla por nuestro esfuerzo, antes de ese crecimiento.
Esa alegría no es un mérito: Es un don. Y un don sorpresivo e incomprensible.
Las alegrías “intermedias”, mientras recorremos los tramos parciales de la ruta hacia la Vida Plena, son más materiales e incluso más razonables:
- La seguridad de poder adquirir los bienes indispensables para la vida de cada día, nos da una alegría de mínimos.
- La ausencia de amenazas, de situaciones desgraciadas, de enfermedades y castigos, también nos traen una alegría confortable: la del “Uff !! Que me quede como estoy !!”.
- La alegría de hacer el bien, incluso al enemigo me introduce en esferas hasta entonces desconocidas, cual es la alegría de ser reconocido, respetado y tal vez, amado.
Pero la alegría que Dios hace brotar en lo más profundo de nuestro ser, aquella que nace cuando, haciendo el bien, morimos a nuestro YO egoísta y salvaje (y tantas veces hipócrita), rodeados de incomprensión, de desprecio y de dolor, esa alegría, esa y no otra, es la que nace de la cruz de Jesús, la cruz de la que participó Francisco, el Pobrecillo de Asís, que la definió como la PERFECTA ALEGRÍA.
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