miércoles, 6 de febrero de 2013

Altruistas con título

Cada vez hay más profesionales que, sin estar en una oenegé, trabajan para ayudar a gente necesitada | Son personas que dedican parte de su tiempo y sacrifican su sueldo por causas que consideran justas .  


Altruistas con título
Maria Teresa Romero no creía en el voluntariado hasta que conoció la obra social Cor de Maria, donde ejerce de enfermera y de cocinera social    
 
     
No ha calculado el dinero que ha dejado de ganar. Ni piensa hacerlo. Este abogado, que lleva 17 años ejerciendo, acepta casos que sabe que no va cobrar, como asuntos de familias pendientes de un desahucio o de separaciones con impagos de por medio. Como tantos otros profesionales, y cada vez son más, dedica parte de su tiempo y sacrifica parte de su sueldo por causas que considera justas. Son trabajadores que no necesitan el paraguas ni la etiqueta de una organización para contribuir de un modo altruista con su labor a iniciativas más que valiosas en los tiempos que corren.


"Acepto estos casos cuando veo que hay una necesidad real y me guío por la buena fe", dice este abogado que prefiere mantenerse en el anonimato. Hace años que acepta y tiene clientes que no son solventes, pero con la crisis el porcentaje ha aumentado. Más si se incluye en este apartado a clientes a los que anteriormente había llevado casos que sí cobró y que ahora, sin trabajo e recibiendo los 421 euros de la renta mínima de inserción social, acuden de nuevo a su despacho. "Antes la gente no te lloraba por una factura o un presupuesto, y ahora sí", admite.

Él no puede ni quiere evitar implicarse en casos que considera "flagrantes". "Y no soy el único que lo hace, tengo muchos compañeros de profesión que hacen lo mismo", insiste. No considera que su actuación suponga una competencia desleal. No se trata de una guerra de precios, "porque son clientes que no pueden pagar, ni a mí ni a nadie, si yo no les llevo el caso no irán a otro abogado pagando; además, muchos se sienten incómodos sabiendo que vas a hacer un trabajo que ellos no pueden pagar; estoy seguro que, si su situación mejorara, intentarían abonar la factura", dice este abogado.

"Recuerdo una mujer separada, con dos hijos, con unos ingresos de poco más de 200 euros mensuales y que su marido no le pasaba la pensión, ahorró 50 euros e insistió en que los cogiera, pero no los acepté... era su comida y la de sus hijos". En otros casos, como el de una familia senegalesa a la que ayudó a tramitar unos papeles, los clientes, agradecidos, le regalaron una camisa. Y así se da por pagado.Su despacho está bien situado, en el centro de Tarragona. Y a primera vista sería difícil distinguir los clientes que abonan la minuta de los que no pueden. “La crisis está pegando cada vez más fuerte y hay gente que pasa por situaciones muy complicadas que #7;hace dos años ni ellos mismos podían imaginarse”, dice el abogado.

Varios de los casos que lleva sin esperar nada a cambio están relacionados con separaciones y divorcios y, posteriormente, con ejecuciones de sentencias derivadas de dichos procesos. La mayoría de estos clientes son mujeres que tienen a su cargo uno o más niños y que se han quedado sin trabajo. “Y se encuentran con que su expareja lleva meses sin pagar la comida de sus hijos o la parte acordada de la hipoteca”, explica. Son situaciones desesperadas y cada vez más habituales.
El boca a boca ha llevado hasta su despacho a varias de estas clientas: “¿Cómo vas a cobrarle a alguien que vive en las afueras, lleva a sus hijos al colegio en el centro y se queda todo el día en la ciudad porque no puede pagarse cuatro billetes diarios de autobús?”, se pregunta.
Otro grupo de clientes que acepta sin cobrar es el de las familias pendientes de una ejecución hipotecaria. “Me persono en el procedimiento y así controlamos cuando el piso sale a subasta y todo el proceso”, explica el abogado. Son casos que, con su experiencia, no le suponen mucho tiempo.
“Si te vienen con casos complicados suelo recomendarles que vayan a un abogado de oficio”, admite. Su labor altruista no comenzó hace dos días: “Supongo que va con mi carácter; si está en mi mano ayudar a alguien, intento hacerlo, y cada vez tengo a más gente a mi alrededor o conocidos de conocidos que atraviesan situaciones difíciles y que necesitan ayuda”, explica.
Entra dentro del juego distinguir el cliente que realmente tiene necesidad del que se presenta en el despacho con la intención de regatear la factura sin que su situación económica sea extrema. “Pero la experiencia te dice cuando realmente hay una necesidad”, afirma. Y cuando la hay, este abogado incluso convence a un procurador para que también trabaje desinteresadamente. Y los encuentra. / Sara Sans.
"Todo lo que intento es inspirar a la gente"
Viendo la televisón en su casa, la estilista Laura Medina supo de la historia de un panadero de un lugar que no recuerda que decidió vender sus barras de pan a los más necesitados a sólo 20 céntimos y luego, más adelante, de la de un constructor que alquiló toda una promoción de viviendas nuevas a familias desahuciadas por apenas 60 euros al mes cada una. La peluquera se sintió inspirada y le dijo a su marido: "pues yo también podría hacer algo por la gente ¿no?". "Pues claro", le respondió.

Algo inspirador -comenzó a elucubrar la peluquera-, algo que aunque sea pequeñito empuje a los demás a ser mejores personas. A veces no resultan tan relevantes las buenas acciones que uno pueda realizar como todas aquellas que pueda desencadenar. Lo importante es cómo puedes animar a los demás a superarse. Así nació la iniciativa solidaria del salón de belleza Laura Medina Estilista: lavar, cortar y peinar por un euro durante cuatro miércoles, para parados y pensionistas. Más de noventa personas pasaron ya por su establecimiento del paseo Comte Vilardaga de Sant Feliu de Llobregat. "Más adelante repetiré la iniciativa -cuenta Laura-, pero por ahora este miércoles será el último. No puedo permitirme más días. Las peluquerías son un termómetro de la crisis. Aquí te cuentan que el marido echó la persiana, que el hijo acabó en el paro, que el vecino fue desahuciado... y te dicen que sólo cortes, que el tinte se lo echaran en casa, que ya no pueden permitírselo... Y sólo el año pasado mi facturación bajó un 30%".

Todo ello se aprecia en el aspecto, y también en la autoestima. Laura cuenta cómo las señoras en edad provecta, tan amigas del cardado, aparecen los miércoles con greñas caídas por los hombros, con todo el cabello deshidratado y descuidado, con las puntas abiertas y quemadas... Y los caballeros llegan con las cejas revueltas y divididas por un ceño fruncido, y pequeños pelillos asomando por los oídos, y toda la cabeza asilvestrada, con un peinado sin forma que trata de arreglarse de cualquier manera...

Son el reflejo de las privaciones y sacrificios de pensionistas que ahora mantienen a sus hijos y a sus nietos, de los padres de familia que apuran los últimos meses del subsidio del paro y tratan de resolver cuentas imposibles, de las amas de casa que tienen que hacer encaje de bolillos para... "Se marchan muy agradecidos y contentos. A todo el mundo le sienta bien que lo mimen. Refuerza la autoestima. ¡Una chica fue luego a una entrevista de trabajo y consiguió el empleo! Sólo es lavar, cortar y peinar... Pero a lo mejor alguien se entera y se anima también a hacer algo por los demás, y entre todos hacemos una cadena y, poco a poco, pues...".Luis Benvenuty.
"Hacer cosas por otras personas engancha"
En la calle Grassot de Barcelona está la sede de la Obra Social Cor de Maria, que nació hace 33 años para escuchar a los ancianos. Al poco tiempo ofreció un servicio de podología, después de tratamiento del dolor y más recientemente terapia destinada a toxicómanos y alcohólicos. También hay reflexología, acupuntura, conferencias... Una setentena de voluntarios y, entre ellos, María Teresa Romero, de 65 años, que tiene muy claro que solo es una más: en la foto quiere salir, al menos, con un puñado de ellos.

"Nunca había creído en el voluntariado, hasta que crucé esta puerta. Estaba haciendo un máster y vine buscando información. Conocí a Encarna Rodríguez, que es quien ha creado todo esto. Y hace ya 26 años", recuerda María Teresa. Enfermera de profesión en la Seguridad Social y, en horas libres, para la obra social. Así durante cerca de tres décadas. Y lo que le queda, porque en el CAP se jubiló, pero hacerlo de la asociación ni se le pasa por la cabeza. No se puede borrar de algo que ha pasado a formar parte de su vida. "Ahora también ejerzo de cocinera los jueves. Quería hacer algo diferente. ¡Llevo toda la vida de enfermera!", señala. Mercè Alcalde, que se acerca a los 80 y es la responsable del comedor, interviene: "Pero a mí me sigues pinchando, ya sabes que a mi sólo me pinchas tú".

María Teresa no creía en el voluntariado pero acabó cayendo. "Siempre pensaba que trabajaban los de abajo, pero había otros muchos arriba que... He visto, al menos aquí, que eso no pasa. Y sí, tú das, pero recibes también mucho. Hacer cosas por otras personas engancha", afirma, mientras Manuel y Daniel asienten. Son alcohólicos rehabilitados que ahora ejercen como ayudantes de Severiana, de 82, que fue quien puso en marcha las terapias destinadas a toxicómanos (también tratan ludopatías).

María Teresa habla de cariño, de sentimientos, de plenitud como persona -el resto de voluntarios se expresa en la misma línea-, de cómo, cuando se ayuda, el dinero y lo material toman un cariz diferente. "Aún así creo que cuando se ayuda no se ha de tener necesidades que condicionen el poder ofrecer esa ayuda", apunta María Teresa. "Todo comenzó queriendo hacer algo por las personas mayores del barrio, por escucharlas", recuerda Mercè Alcalde, en la asociación desde el principio, desde hace 33 años. En todo este tiempo ha contado siempre con la colaboración de todo tipo de profesionales. "Yo soy de Gràcia -explica María Teresa-. Aunque viene gente de todas partes, es hacer algo también por el barrio. Es algo que me llamaba. Y se tejen redes entre personas. Colaboras en que mucha gente no se sienta sola. Estás con ellos cuando necesitan ayuda. ¡Esto es una familia!", sentencia. / Raúl Montilla.
"Lo mejor de la medicina es que te permite ayudar"
Toda la medicina es solidaria", afirma Rafael Ferreruela, director del Institut Lleida d'Oftalmología (ILO). Pero no todos los doctores la practican, y mucho menos con la intensidad de Rafael Ferreruela, que siempre encuentra un hueco en su apretada agenda para atender, sin cobrar un euro, a los pacientes con menos recursos. "Lo he hecho desde siempre (lleva cuarenta años en la profesión) y nunca he pensado que sea un médico especial", afirma el director del ILO. Ferreruela suele ser generoso con pacientes que sufren alguna discapacidad, -"sus familiares ya soportan una particular carga como para que yo les cobre después por la consulta"- y también con aquellas personas que intuye pasan por serios apuros económicos y precisan algún tratamiento que no cubre la Seguridad Social. Es una vena solidaria que este doctor jamás ha publicitado. Rafael Ferreruela no es hombre que busque medallas, a pesar de que le suelen llover los reconocimientos y premios, y todo lo que hace "es porque lo siento", afirma.

Hace poco menos de un año firmó un convenio con la Paeria para abrir aún más su consulta a la generosidad. Consciente de los difíciles momentos que corren creyó que a través del Ayuntamiento de Lleida podía llegar a los casos más extremos. "Lo que hace la Paeria es hacerme de filtro; ellos conocen mucho mejor que yo las situaciones más dramáticas y derivan a la clínica a aquellos pacientes que no tienen recursos para un diagnóstico o un tratamiento". En esta nueva vía de la solidaridad abierta por la clínica ILO se cuentan, asimismo, personas que no tienen regularizada su situación en este país y que tienen más problemas para acudir a la sanidad pública. Ferreruela y su equipo visitan a una media de entre quince y veinte personas al mes que les son derivadas desde la Paeria. "Un número que, de momento, y a pesar de que las cosas cada vez están más difíciles, podemos asumir", afirma este oftalmólogo. Y es que uno de los mejores regalos "que me ha dado esta vida es poder vivir de mi profesión como médico y, al mismo tiempo, poder ayudar con este trabajo a las personas sin recursos para pagar una consulta o una visita". De hecho esa labor solidaria, apunta Ferreruela, "la puedo desempeñar gracias a los pacientes que sí pueden pagar y acuden a nuestra clínica". De alguna manera esos pacientes colaboran en esta ayuda.

Rafael Ferreruela recibió, el pasado año, el IV premio Internacional Ciutat de Lleida. El alcalde de la ciudad, Àngel Ros, destacó que el galardón era más que merecido "por la proyección internacional que este médico hace de Lleida en sus campañas solidarias". El director del ILO realiza al menos dos viajes al año a África, a través de la Fundación Ferreruela Sanfeliu, para operar gratis a personas que jamás tendrían la posibilidad ni de acercarse a un oftalmólogo. "Eso lo hago, concluye Rafael, gracias a las donaciones particulares".


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