Diente a diente y boca a boca también se monta una cadena de favores. Una simple consulta al dentista puede ayudar a que una persona sin recursos pueda tener acceso a una atención odontológica adecuada. La economía del favor por favor sigue dando sus frutos y, con esa idea, la ONG Dentistas sobre Ruedas ha puesto en marcha en Barcelona la primera clínica dental solidaria: Les 1001 Dents.
A través de un consultorio con dos puertas, un grupo de odontólogos atiende, por una de ellas, a los clientes que pueden pagarse una consulta y, por la otra, a gente que no dispone de recursos para costearse la atención bucodental. El 13% del dinero que sacan de cada cita en la clínica de pago se revierte en el abastecimiento de material para la zona solidaria, regentada por un equipo de profesionales médicos voluntarios. “La clínica privada es la que patrocina y saca los recursos para poder llevar a cabo la acción solidaria de dar un servicio odontológico de calidad a la gente más necesitada”, explica el presidente de Dentistas sobre Ruedas, Cristian Vargas.
Los tratamientos tienen los mismos precios que cualquier clínica privada común y es el personal facultativo el que renuncia a ese margen de beneficio del 13%. “Hay como una sinergia y toda la gente que participa lo hace con una donación y nosotros le damos un documento en concepto de eso para que, incluso, pueda desgravar a Hacienda”, apunta Vargas. Ambas clínicas están perfectamente equipadas y tanto el equipo médico de un lado como el del otro, son profesionales de reconocido prestigio: “No siempre se puede trabajar por dinero y yo aquí hago de higienista, auxiliar, secretaria o lo que se tercie”, comenta Adriana García, profesora del ciclo formativo de Higienista Bucal y colaboradora, varias tardes por semana, en Les 1001 Dents.
Los voluntarios de Dentistas sobre Ruedas han viajado por países como Mauritania, Senegal o Perú para trabajar en proyectos de ayuda a los más desfavorecidos. “La situaciones personales del día a día que nos están llegando aquí, en el centro de Barcelona, son totalmente equiparables con las de una persona de Mauritania, por ejemplo. Cambia el contexto, la ropa y la piel, pero la situación de necesidad es la misma”, confiesa Cristian Vargas. El odontólogo explica que el principal problema de los pacientes solidarios es “la falta de higiene y las bocas mutiladas”, personas que se han sacado muelas o dientes pero han prescindido de los tratamientos de curación, como las prótesis: “Nosotros no nos dedicamos a sacar muelas y ya está, nosotros rehabilitamos la boca de paciente”, alega el dentista.
Pero la cadena de favores no se queda de puertas para adentro de la clínica. Los eslabones de intercambio solidario saltan las paredes del consultorio y salen a la calle para continuar con las acciones caritativas: “No es sano que la persona sin recursos genere actitudes de comodidad o de no poder hacer nada por sí mismo. Es más provechoso que haga algo para costearse su tratamiento porque, así, le subimos la autoestima y le hacemos sentir que ha hecho algo para pagarse la consulta”, apunta Vargas. El equipo médico entrega a todos los pacientes un presupuesto del tratamiento que está recibiendo, para que sea consciente de lo que está costando su consulta. La ONG ha puesto en marcha un banco de tiempo que traduce las cantidades económicas en horas de servicio a otras organizaciones asociadas o a personas que puedan necesitar ayuda.
En su primer mes de ejercicio, la clínica solidaria ya ha recibido más de 400 pacientes, derivados, en su mayoría, de una red de contactos entre organizaciones sociales que ha creado Dentistas sobre Ruedas. “Es muy humanitario lo que hacen; yo estoy muy contento porque son muy buena gente, me tratan muy bien y me han dicho que me van a arreglar toda la boca”, explica Diego Pascual, de 60 años, mientras aguarda su turno en la sala de espera.
La parte privada cuenta con la mitad de clientes y aún no es capaz de mantener el consultorio solidario, pero los promotores del proyecto se muestran satisfechos con el arranque de la iniciativa y confían en que se trata de un proyecto “muy sostenible”. Cristian Vargas reconoce que la iniciativa “ha gustado a mucha gente” e incluso le han comentado la posibilidad de llevar la idea a Madrid: “En las grandes ciudades hay mucho potencial de personas que necesitan ayuda y esto ha tenido buena acogida porque como cliente, te están dando la oportunidad de ir a una clínica donde tu dinero tiene una contraparte, con cara y ojos”, sentencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario