El crecimiento ya no es una opción, pues lleva al colapso ecológico, económico y social, así que Marcellesi propone “decrecer” para disfrutar mejor de la vida.
Es prioritario distribuir y redistribuir la riqueza con rentas mínimas y rentas máximas
SANTANDER. El activista e investigador ecologista, Florent Marcellesi (Angers, Francia, 1979), aboga por el ‘decrecimiento económico’ en su nuevo libro a ‘seis manos’ con Jean Gadrey y Borja Barragué. En un evento organizado por EQUO Cantabria en la librería santanderina “La Vorágine“, Marcellesi presentó “Adiós al Crecimiento“. Una visión contracorriente que plantea cuando menos cuestiones que ponen en solfa la viabilidad y pertinencia del actual modelo económico capitalista versión neoliberal. Consciente de la dificultad de hacer llegar su mensaje alternativo a un público profano en la materia, comienza su exposición por el empleo.
–¿Cómo crea puestos de trabajo una economía en “decrecimiento”’?
Muy sencillo. Una economía social y ecológica crea más empleo y de mejor calidad. Actualmente los sectores del carbón y de la energía nuclear dan empleo a 70.000 trabajadores –entre directos e indirectos–, mientras que según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con la cuota del 20% de energía renovable a la que aspira la Unión Europea se podrían generar 300.000 puestos de trabajo de aquí al año 2020 en España.
–En pleno apogeo de la reforma laboral es demasiado optimista.
Para nada. Se trata de aprovechar la oportunidad que la crisis nos brinda para demostrar que el reparto del trabajo, por ejemplo, permite tener más calidad de vida. Precisamente, es ahora cuando la gente se está haciendo preguntas del tipo: ¿trabajo para vivir o vivo para trabajar? Y las encuestas dicen que cada vez más trabajadores estarían dispuestos a cambiar tiempo productivo por tiempo de ocio para cultivar sus relaciones. De hecho, el 50% de los trabajadores españoles está descontento con su trabajo.
–En el subtítulo del libro hablan de “un mundo solidario”.
Un mundo solidario entendido como una sociedad equitativa, igualitaria y cohesionada. Para ello proponemos aumentar las rentas de trabajo frente a las rentas del capital. Y fijar límites a dichas rentas. Por abajo, rentas mínimas que cubran las necesidades básicas, para que nadie viva en la pobreza. Y por arriba, rentas máximas para que no se produzcan las desigualdades actuales entre los que más cobran y los que menos cobran.
–Pero eso no es realista.
Las cooperativas de Mondragón que, por cierto, están aguantando la crisis mejor que otra clase de empresas, tienen estipulado un ratio de 1 a 6, de forma que el sueldo del más alto directivo sólo puede multiplicar por seis el salario del escalafón más bajo. Por eso se precisa un cambio de estructuras y de mentalidad para conseguir distribuir y redistribuir la riqueza.
–¿Cuál es su receta para lograrlo en la situación de crisis actual?
Hay que elegir cómo utilizar los recursos. Hay una relación muy profunda entre lo económico y lo ecológico. Quienes más consumen contaminan también más. En el libro decimos que en España se podrían recuperar 40.000 millones de euros reorientando la economía productiva desde un modelo basado en el militarismo y las energías fósiles –petróleo, automoción– hacia la sobriedad, la paz, las energías renovables, etc.
–Pero los parques eólicos y solares generan problemas ecológicos.
Necesitamos un cambio de mentalidad. Hay que relocalizar la economía para que se produzca localmente lo que se consume en entidades pequeñas y participativas. Y esto vale también para la energía, hay que huir de los oligopolios en manos de grandes corporaciones.
–Entonces, ¿se puede vivir bien fuera del modelo neoliberal?
Las asociaciones y movimientos sociales nos dan la razón. Valores como la solidaridad y la ecología están detrás de experiencias de éxito como las cooperativas de finanzas –con FIARE a la cabeza–, de vivienda y de energía que están apostando por los empleos verdes, como el movimiento de huertos urbanos.
–Pero estos cambios sociales están fuera de la agenda política.
Ahora más que nunca el poder está en nuestras manos. El mensaje está calando e incluso los sindicatos nos llaman para actualizar sus propuestas, porque los mismos trabajadores les están indicando que sólo con resistir no van a ningún sitio. Nosotros podemos aportar esas nuevas formas de pensar que aglutinen nuevas mayorías sociales que estén dispuestas a salir a la calle y luchar.
fuente: http://florentmarcellesi.wordpress.com/2013/08/28/hay-que-aprovechar-la-oportunidad-de-la-crisis-para-repartir-el-trabajo/
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