Jose María Ruiberriz junto a jóvenes palestinos e israelíes
Es uno de los compromisos adquiridos por la comunidad, así se señala en el
Estatuto de Autonomía: “El pueblo andaluz participa de la solidaridad
internacional con los países menos desarrollados promoviendo [...] una más justa
redistribución de la riqueza”. Para el coordinador en Andalucía de Asamblea de Cooperación por la
Paz, José María Ruibérriz, este es el mejor argumento para defender que la
comunidad es una región “solidaria, abierta y una tierra de acogida” en la que
la cooperación forma parte de su “identidad”. Esta ONG trabaja para la defensa
de los derechos sociales básicos —alimentación, saneamiento y seguridad— en
países de todo el mundo y en la mediación en conflictos políticos entre
sociedades, entre ellos, el que viven
desde hace 60 años Israel y Palestina. Este histórico enfrentamiento ha sido
protagonista de unas jornadas de diálogo entre jóvenes de ambas regiones
celebradas esta semana en Sevilla.
Por un nuevo pacto
En tiempos difíciles, la salida es el compromiso. Con esta filosofía, la
Coordinadora Andaluza de ONG para el Desarrollo (Caongd) ha propuesto a la
sociedad y a los partidos políticos la firma del bautizado Pacto Andaluz por la
Solidaridad y la Cooperación. Entre sus medidas, lograr un mayor compromiso en
la lucha contra la pobreza, la injusticia social y la desigualdad; dar un
impulso significativo de la educación para el desarrollo; que las
Administraciones andaluzas alcancen la inversión del 0,7% del PIB; y apostar por una política pública transparente.
Según ambos responsables, ni la actual crisis económica ni esta corriente de
pensamiento han calado en los ciudadanos. “Los andaluces han sabido apartarse de
esta política y defender su lado solidario”, explica Suárez. Pero no solo la
gente, también sus Administraciones. Ruibérriz asegura que Andalucía es “un
ejemplo a seguir” ya que es la comunidad autónoma que más invierte en
cooperación, a pesar de que también haya pasado la tijera. En cifras, la Agencia
Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo ha reducido sus cuentas de 58,9 millones, en 2012, a 44 millones
para este año. “Parece una gran aportación, pero esta cantidad solo
representa un 0,17% del PIB andaluz frente al 0,7% al que se comprometió la
Junta”, puntualiza Ruibérriz. “En el caso de las comunidades autónomas,
Ayuntamientos o Diputaciones, las ayudas han desaparecido prácticamente”, añade.
Como dato alentador, Ruibérriz recuerda que, solo en 2011, la cooperación
andaluza permitió ayudar a mejorar las condiciones de vida de 12,5 millones de
personas de 70 países. “Hay que dejar muy claro que la cooperación no es dar lo
que les sobra, no es caridad”, añade Suárez.
Dejando a un lado el punto moral y social, Ruibérriz y Suárez defienden que
la importancia de esta labor es “incuestionable”, a pesar de que las necesidades
ya no solo aparezcan más allá del Mediterráneo. “Afecta a todo lo relacionado
con el flujo migratorio, el turismo, el cambio climático, el comercio,... Y más
teniendo en cuenta la situación geográfica de Andalucía”, apunta Ruibérriz. “Si
a los andaluces no les influye lo que ocurre en Marruecos, cómo les va a influir
lo que pasa en la otra punta de España”, dice Suárez.
Ante un panorama que se pone cuesta arriba, ambos cooperantes aseguran que es
muy importante reforzar la comunicación con la ciudadanía, punto en el que,
reconocen, han fallado estas organizaciones. “Las asociaciones se han equivocado
a la hora de explicar a la ciudadanía en qué consiste el cooperativismo, la
labor que desarrolla y los logros alcanzados. Esto no es solo tarea nuestra,
sino que es un compromiso en el que todos debemos participar”, explica
Ruibérriz. “Aun así, encuestas como las del Eurobarómetro señalan que el 80% de
la ciudadanía apoya la inversión para el desarrollo”, agrega. De igual modo, los
responsables de la asociación hacen hincapié en el importante papel que en esta
concienciación juega la educación, de ahí que desarrollen actividades en los
centros escolares, campañas de sensibilización o jornadas informativas. Ejemplo
de esta tarea es el encuentro celebrado esta semana en Sevilla.
Bajo el epígrafe Caminos de paz: otras voces de Israel y Palestina,
Andalucía se ha convertido para estos dos pueblos en escenario de “paz y
debate”. Así, jóvenes de ambas regiones y de diferentes ideologías han estudiado
junto a andaluces las posibles soluciones para este histórico conflicto. El
objetivo del encuentro, en palabras de Ruibérriz, no ha sido otro que convertir
la comunidad en un puente de diálogo entre ambos pueblos que contribuya a
alcanzar la paz, un acuerdo, que tanto para la organización como para los
participantes, pasa por la creación de dos estados. “Es necesario que se alcance
ya un pacto que ponga fin a esta locura”, concluye.
Según Ruibérriz, su asamblea coordina 20 proyectos en zonas como Oriente
Medio, el Magreb, el África subsahariana, Centroamérica y Sudamérica. Entre
ellos, campañas de prevención del sida en Guinea Bissau, el desarrollo de
una salud pública en el norte de Marruecos y la mediación en el proceso de paz
en Colombia. “Siempre de la mano de los movimientos sociales de cada país. No
hay que olvidar que esto es una tarea de todos”, concluye.
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