lunes, 24 de junio de 2013

La silla de ruedas no le impide....

Una española hace realidad su sueño de estudiar en Estados Unidos pese a moverse en silla de ruedas tras un grave accidente. Su proyecto, crear un lenguaje común hispanoamericano de signos para los sordos.
 
 
Una española hace realidad su sueño de estudiar en Estados Unidos pese a moverse en silla de ruedas tras un grave accidente. Su proyecto, crear un lenguaje común hispanoamericano de signos para los sordos. http://www.elmundo.es/america/2013/06/22/estados_unidos/1371875325.html
 

  • Inés González estudia en EEUU con una beca que recibió antes de sufrir el accidente de tráfico que la dejó tetrapléjica
  • Trabaja para crear una lengua de signos universal para los hispanohablantes
Cuando se despertó después de dos meses en coma por un accidente de tráfico, Inés González hizo una única pregunta: "¿Qué pasa con Gallaudet?" Le habían dado una beca Fulbright y cinco meses después planeaba ir a esa universidad en Washington, el destino ideal para cualquier experto en la lengua de signos como ella.


Gallaudet es el mejor centro universitario del mundo dedicado a la educación de los sordos y desde su fundación, en 1864, es el lugar más deseado para quienes no oyen y para quienes trabajan en este campo. El sueño de González de estudiar las distintas lenguas de signos de los países hispanohablantes y crear un estándar mínimo común sólo se podía hacer pasando por Gallaudet.
González no es sorda, pero quiso estudiar desde muy joven la lengua de signos que veía utilizar a sus vecinos en Salamanca. Se apuntó a un centro de interpretación y después se marchó con una beca Erasmus a uno de los pocos sitios de Europa donde existe el título universitario en este campo, el Trinity College de Dublín. Se enamoró de la lengua. "El amor no se puede explicar. Es una lengua muy bonita. Es muy visual. Dibujas con las manos lo que tienes en la cabeza. Es más fácil comunicarte, entenderte. Es una lengua tridimensional. Es muy rica, muy creativa, muy abierta, más consensuada", cuenta a ELMUNDO.es González, que habla rápido cuando se trata de su tema favorito.
En 2009, presentó su proyecto a la Comisión Fulbright en Madrid acompañado de una carta de recomendación en lengua de signos, un DVD grabado por dos profesores sordos amigos. Su propuesta consistía en estudiar las lenguas de signos en países latinoamericanos comparadas con la de España. En algunos casos son muy dispares porque dependen de distintos procesos de creación. La lengua de signos de Venezuela es la más parecida a la de España porque un español la enseñó el siglo pasado en un colegio de sordos que se convirtió en modélico. En cambio, la de Colombia se parece mucho más a la de Estados Unidos.
"Me gustaría saber cómo las lenguas orales influyen en las lenguas de signos en estos países. Tienen que tener algo en común porque todas se han desarrollado en países de habla hispana", cuenta González, cuyo proyecto más ambicioso de futuro es encontrar un sistema de signos internacional para los países donde se habla español. "Es para que sea más fácil moverse por el mundo hispanohablante. Tengo amigos sordos de 40 años que no se atreven a salir de España. Tienen miedo. Si pudieran viajar a toda Latinoamérica a gusto, ya sería mucho", explica la chica, siempre animosa y también con ganas de dar clases en India o en Jamaica.
El 8 de marzo de 2010, poco después de celebrar con su familia que había conseguido la beca y había sido admitida en su deseada universidad, su coche hizo 'aquaplaning' en una carretera rumbo a Valencia. La joven se rompió la séptima cervical y estuvo dos meses en coma. Se quedó tetrapléjica.
Tras el accidente todo era más difícil, pero no quería renunciar a su beca y a su Master en Gallaudet. La universidad y la Fulbright le dijeron que la esperarían. Y, después de casi un año en el hospital en Toledo, se sacó de nuevo el permiso de conducir y pasó unos meses "saliendo del cascarón" y preparándose para mudarse a Washington aunque fuera con retraso.
La beca de González no daba para pagar su viaje, su estancia, sus estudios y, además, la ayuda que ahora necesita para la vida diaria, pero la Fundación ONCE dio un fondo para que una asistente pudiera acompañar a la estudiante de postgrado, que encontró a otra interesada como ella en la lengua de signos.
La joven Fulbright dice que aún no sabía cómo subirse a la cama o cambiarse de postura, pero lo que le faltaba lo aprendió sobre la marcha en Washington. "Los primeros dos años son psicológicamente muy duros. Superarlos cumpliendo el sueño de tu vida es la mejor manera de llevarlo", dice González, que ahora tiene 27 años y es una de las becarias españolas en Washington.
El próximo curso habrá 85 españoles estudiando en Estados Unidos gracias a estas becas financiadas por el Departamento de Estado, el Ministerio de Exteriores y el de Educación de España y varias fundaciones y empresas privadas. Dentro del mismo programa, 102 becarios estadounidenses completarán sus estudios en España.
Como quería el senador William Fulbright, González está disfrutando del país que la ha ayudado en su nueva vida. En Washington, y en Gallaudet en particular, está acostumbrada a que todo sea accesible y a que ella tenga derecho a que lo sea. "Eso no es tan obvio en España. Aquí tienen botones para abrir todas las puertas. Te acostumbras a una calidad de vida y a una independencia física que será difícil en España", cuenta González, que las pasadas Navidades estuvo en Colombia y cuenta que casi no pudo salir del coche.
Ahora le acaban de ofrecer un año más en Gallaudet como profesora de lengua de signos en español, la única en este idioma. Aun así, piensa en regresar a España. "Tal y como están las cosas hay más responsabilidad de volver", dice González, que quiere "devolver" a la comunidad de sordos todo lo que ha aprendido.
Ahora que va en silla de ruedas une su condición a la de quienes no pueden oír porque siente que hay "una lucha conjunta", aunque sabe que una parte de la comunidad sorda prefiere distanciarse de otros discapacitados. Piensa en la posibilidad de hacer organizaciones más plurales, pero su prioridad siguen siendo los sordos.
"Hay cultura sorda, es otro mundo... No conozco cultura de silla de ruedas", dice. Lo primero que hace la joven cuando entra en un teatro o en una universidad es fijarse si es el lugar es "accesible para sordos". Después, controla si también lo es para su silla.

 
fuente: Facebook de "Difundamos buenas noticias"

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