Si la COHERENCIA hace posible la vida, la INCOHERENCIA hace imposible la vida.
Vida e incoherencia son términos absolutamente contradictorios.
Esta afirmación y postulado, que nos es relativamente fácil de admitir cuando nos referimos al mundo material-no racional, se convierte en un asunto espinoso y antipático, cuando hemos de trasladarnos al mundo inteligente-racional.
¿Cómo es posible que el ser humano haya descubierto ( en su sentido más literal, “descubrir” es destapar algo que ya existía con anterioridad) , el concepto de coherencia, y lo haya estructurado inteligentemente, y sin embargo se haya ganado el título nada prestigioso pero muy merecido de “único incoherente del universo”?
Solo reconociendo la existencia de la Libertad, junto con la de Inteligencia, podemos vislumbrar una salida decorosa, que nos auxilie, para no sucumbir en un mar de contradicciones.
Consecuentemente podemos afirmar y comprobar en nuestro comportamiento humano, el mío en particular y el de los demás , que el que se declare “coherente”, no escapará a las incoherencias.
Después de este breve recorrido en busca del sentido de la coherencia, no hemos abordado siquiera mínimamente esta otra cuestión: ¿Qué o Quién puede juzgar sobre la coherencia y su contenido? ¿Qué o Quién está autorizado (¿ y autorizado por Quién? ) para decidir si esta acción o esta persona es coherente o no?
Expresado en lenguaje coloquial, ¿quién ha inventado la COHERENCIA?