En la provincia canadiense de Québec, la lucha de los estudiantes universitarios contra la anunciada subida de tasas universitarias, iniciada en marzo, se ha convertido en una revolución social, la llamada “primavera arce” (Printemps érable).
Manifestaciones de 200.000 estudiantes en las calles de Montreal, la atención de los medios y la solidaridad de intelectuales, profesores, creadores y escritores, que llevan el símbolo del cuadrado rojo con un imperdible en su ropa incluso cuando han venido a participar a la “Noche de los libros” madrileña —como la escritora Élise Turcotte—, han alentado el impulso inicial, y en mayo, la música de las cacerolas en las calles confirma la fuerza de la solidaridad ciudadana y, sobre todo, la extensión del debate inicial a cuestiones mucho más profundas sobre la Universidad y la democracia y sobre los valores de una sociedad.
La sociedad quebequesa, que liberó la educación del monopolio de la Iglesia católica en la llamada “Revolución tranquila” de la década de los sesenta, y que apostó por ella como vehículo de democratización y de justicia social, sostiene ahora que no solo se ha de luchar contra factores de desigualdad social, sino contra todo fatalismo e inercia y contra la dictadura de los mercados financieros. El renacimiento de una cultura política tan necesaria en nuestra sociedad.— Carmen Mata Barreiro. Profesora titular, Universidad Autónoma de Madrid.
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