Esta precoz inventora sufría al ver a su abuelo derramar el contenido de la taza debido a los temblores de sus manos, así que decidió buscar una solución al problema. Lo que se le ocurrió fue crear algo sencillo pero inexistente en el mercado: un recipiente con tres patas que tenga una gran estabilidad.
El primer modelo de la llamada “Kangaroo Cup” lo hizo de manera totalmente artesanal, cuando apenas tenía 9 años. Aunque cumplía bien con su función, tenía el problema de que se podía romper con un golpe debido a que estaba hecho de cerámica. El primer paso estaba dado, ahora solo hacía falta perfeccionarlo.
La joven emprendedora consultó entonces a diseñadores y vendedores para mejorar su invento, y tomó la decisión de lanzarse a la fabricación de tazas de plástico hechas con polipropileno. De esta manera, su producto sería irrompible e impediría que su contenido se pudiera derramar.
Para poder hacer su sueño realidad, Lily se ha hecho su propia campaña de marketing añadiendo su creación en la web de financiación de proyectos Kickstarter. Y su historia, contada a través de un divertido vídeo, no ha pasado en absoluto desapercibida. La joven ha conseguido superar con creces el capital inicialmente requerido para poder fabricar las tazas y ponerlas en el mercado.
“Que seas niño no significa que no puedas hacer cosas grandes”, afirma con sorprendente madurez la inventora, que seguro que dará mucho que hablar cuando las Kangaroo Cups se pongan a la venta. Aunque todos los abuelos están orgullosos de sus nietos, el de Lily tiene especiales motivos para hacerlo. Gracias a ella, beber en una taza ha dejado de ser un suplicio.
La joven emprendedora consultó entonces a diseñadores y vendedores para mejorar su invento, y tomó la decisión de lanzarse a la fabricación de tazas de plástico hechas con polipropileno. De esta manera, su producto sería irrompible e impediría que su contenido se pudiera derramar.
Para poder hacer su sueño realidad, Lily se ha hecho su propia campaña de marketing añadiendo su creación en la web de financiación de proyectos Kickstarter. Y su historia, contada a través de un divertido vídeo, no ha pasado en absoluto desapercibida. La joven ha conseguido superar con creces el capital inicialmente requerido para poder fabricar las tazas y ponerlas en el mercado.
“Que seas niño no significa que no puedas hacer cosas grandes”, afirma con sorprendente madurez la inventora, que seguro que dará mucho que hablar cuando las Kangaroo Cups se pongan a la venta. Aunque todos los abuelos están orgullosos de sus nietos, el de Lily tiene especiales motivos para hacerlo. Gracias a ella, beber en una taza ha dejado de ser un suplicio.
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