El Mesías es la obra que literalmente le salvó la vida a Georg Friedrich Händel (1685-1759), por ser la pieza que logró poner de pie a Jorge II, rey de Inglaterra e Irlanda, al momento de escuchar el “Aleluya”. Por eso, es tradición en Inglaterra que la audiencia se pone de pie cuando la interpretación de El Mesías llega al “Aleluya”.
Una interpretación recomendada de esta obra (que pertenece a la época del barroco) es la de Gabrieli Consort and Players, dirigidos por Paul McCreesh:
Gabrieli Consort and Players es una agrupación que, especializada en música antigua, se apega a la interpretación original. Esta versión del “Aleluya” es ligeramente más rápida que la mayoría, con la afinación de la época y con un coro menos imponente que los que tienen hoy en día las orquestas sinfónicas. Seguramente, esto es lo que más se acerca a como sonó el “Aleluya” de Händel en vida del maestro.
El Mesías y la salvación
Händel, de 56 años, se encontraba en la peor situación de su historia: enfermo y devorado por la crítica inglesa, había perdido el apoyo del rey; enfrentaba la posibilidad de ir a prisión por sus deudas; estaba deprimido, mal alimentado y sin inspiración.
De pronto, como tocado por el cielo, según sus propias palabras, comenzó a trabajar de manera frenética en la composición de un oratorio: El Mesías. Trabajó 14 días con sus noches y lo estrenó en Dublín con gran éxito, pero no fue hasta su representación en Londres cuando sucedió lo inesperado.
La sala estaba repleta, algunos asistían por admiración, otros por curiosidad y muchos para poder seguir despedazando a Händel con sus críticas. Pero lo determinante en esa ocasión fue que asistió Jorge II, rey de Inglaterra e Irlanda. La obra transcurrió y en el momento en que comenzó el “Aleluya”, el rey se puso de pie en señal de exaltación, lo que provocó que todo el público se pusiera de pie. La obra culminó en un estruendoso aplauso por parte de la multitud.
A partir de ese momento, Händel recobró su prestigio y pudo volver a obtener buenos ingresos con sus obras y saldar sus deudas.
Sin embargo, Händel decidió que nunca iba a recibir ganancias por las presentaciones futuras de El Mesías. “No quiero percibir dinero por esta obra. Jamás admitiré dinero, jamás. Estoy en deuda con alguien por ella. Será siempre para los enfermos y los presos. Yo mismo estaba enfermo y gracias a esa obra he sanado; me encontraba preso y ella me liberó”.
Al paso de los años, cada generación ha vibrado con el sentimiento exaltado de sanación y libertad que infunde esta pieza.
Gentileza: Joaquin Devesa Catalá
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