Desde su invención, el hippo roller ha facilitado el acceso al agua a cerca de medio millón de personas en una veintena de países.
Según Naciones Unidas, más del 40 por ciento de la población mundial sufre de escasez de agua. Además, la mayoría de las personas que se encuentran en esta situación vive en entornos rurales sin apenas infraestructuras, especialmente en África, que es la zona del mundo con menor acceso al agua y al saneamiento. De hecho, Unicef calcula que, en el África subsahariana, es necesario caminar entre tres y nueve horas cada día para conseguir un poco de agua potable.
Garantizar el acceso universal al agua potable segura y asequible en el año 2030 es precisamente la meta del sexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Para lograrlo, es imprescindible realizar importantes inversiones en infraestructuras, proporcionar instalaciones sanitarias y fomentar prácticas de higiene en todos los niveles. También resulta fundamental proteger y recuperar los ecosistemas relacionados con el agua, así como potenciar la cooperación internacional, a fin de estimular la eficiencia hídrica y el desarrollo de tecnologías de tratamiento en los países en desarrollo.
Mientras se trabaja en todos estos frentes a medio y largo plazo, ya existen ciertas herramientas y recursos que pueden hacer menos ardua la tarea de quienes se ven obligados a emprender largas caminatas con el fin de obtener un poco de agua. Y que suelen ser mayoritariamente mujeres y niños.
Este es el caso del hippo roller, nombre de un sencillo dispositivo, un simple bidón de agua en realidad, diseñado en 1994 por los ingenieros sudafricanos Pettie Petzer y Johan Jonker. Desde su invención, el hippo roller ha facilitado el acceso al agua a cerca de medio millón de personas en una veintena de países.
Este bidón es capaz de almacenar hasta 90 litros de agua. Construido con plástico ultrarresistente, se puede transportar rodando casi sin esfuerzo gracias a un mango de acero que permite que dos personas puedan tirar del artilugio. Vacío, el bidón pesa tan solo ocho kilos. Cifra que apenas se ve aumentada en un par de kilos más cuando está totalmente cargado debido a su diseño rodante.
Hasta la aparición del hippo roller, las mujeres y los niños, que son, como decíamos, los que suelen encargarse de traer el agua, solo tenían a su alcance bidones mucho menos cómodos -que frecuentemente se cargan sobre las cabezas, lo cual aumenta el riesgo de sufrir lesiones en el cuello y la columna- y de capacidad considerablemente menor, de unos veinte litros como máximo. Lo cual obliga a realizar más viajes, acarreando además un peso mayor en cada uno de ellos.
El ahorro de tiempo gastado en viajes gracias al hippo roller genera además otros dos claros efectos beneficiosos: en el caso de los niños, se pierden menos días y horas de clase en la escuela; en el de las mujeres, el tiempo libre conseguido se puede emplear en otras labores, incluyendo las de su propio empoderamiento en iniciativas económicas con visión de género.
fuente: https://www.hipporoller.org
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